¿Cuáles son los retos de la Comisión Nacional de Primarias?

La Comision Nacional de Primarias (CNP) es el primer paso concreto que da la oposición venezolana para organizar de manera amplia, plural, y, sobre todo, democrática, la escogencia de la candidatura presidencial opositora para el 2023. Al observar con lupa a los integrantes, todo apunta a que esta comisión le hace justicia al principio de diversidad, pero justo allí radica la complejidad: ¿Qué tan abierto puede llegar a ser este proceso?

Efectivamente, la CNP la conforman personalidades notables de la sociedad civil como autoridades universitarias y academicas, directores de organizaciones sociales y económicas. Es presidida por el constitucionalista Jesús María Casal, y entre sus integrantes destacan nombres como Guillermo Tell Aveledo y Rafael Arraiz Lucca. El cuerpo de 5 principales y 5 suplentes trabaja ad honorem, y ya anunció que la financiación del proceso correrá por parte de los candidatos que decidan participar. Aquí nos preguntamos: ¿Qué otros retos enfrenta la CNP en la consolidación de este proceso?

1. Hacer valer el principio de pluralidad política del cuál ha surgido, ergo: contemplar la participación de todo aquel que decida medirse en votos ante la ciudadanía. Esto supone desmantelar el sectarismo opositor que estipula que las primarias deben ser cerradas.

2. Garantizar un proceso transparente y creible, lo que implica una continua rendición de cuentas sobre todas las decisiones tomadas.

3. Velar por la no parcialización de dichas decisiones a favor de intereses políticos partidistas.

4. Establecer una fecha oportuna, en la que se prevea un posible adelanto de las elecciones.

5. Definir si se contará o no con la participación del CNE.

6. Lograr que el proceso garantice la legitimación de una candidatura presidencial por esencia unitaria, y por lo tanto, de un nuevo liderazgo opositor.

Nuestro análisis contempla que el mayor de los retos será conciliar las opiniones en torno a la participación de los ‘alacranes’ en este proceso. Una exclusión implicaría una posterior división en votos y en movilización de maquinarias y liderazgos. ¿Estaría dispuesta la oposición a correr nuevamente este riesgo?

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