En las últimas semanas el chavismo ha realizado un conjunto de movimientos tácticos en lo político, económico y gubernamental con un claro objetivo: reorganizarse para llegar con fuerzas a las presidenciales del 2024.
Cambios en el gabinete ministerial, reestructuración de la dirección nacional del PSUV, posible reapertura de la mesa de negociación en México, nombramiento de los nuevos enlaces del partido oficial en los 23 estados del país, las nuevas 6 líneas estratégicas del alto gobierno, reactivación de refinerías, el lanzamiento de la nueva estrategia comunicacional del Presidente de la República en las redes sociales, la presentación de la nueva y ambiciosa plataforma de big data social, el “1X10 del buen gobierno” y el fortalecimiento de los consejos comunales, forman parte de la artillería estratégica del oficialismo para reconquistar al chavismo descontento, convencer a nuevos adeptos y motivar a sus simpatizantes en todo el país de cara al venidero proceso electoral.
Desde el año 2012 el chavismo ha perdido hasta un 50% de sus votos históricos, debido al fracaso de sus políticas económicas, ineficiencia gubernamental e incumplimiento de sus promesas electorales. El gobierno venezolano ha demostrado en los últimos años que solucionar los problemas públicos de forma eficiente no es su principal fortaleza, como sí lo es el diseño de estrategias políticas para neutralizar a su adversario opositor y ganar elecciones.
Es evidente que el candidato del PSUV para el 2024 será nuevamente Nicolás Maduro, ya que este representa el único actor a lo interno del oficialismo que logra unificar a todas las corrientes del chavismo de cara a una elección presidencial. También es obvio, que el lanzamiento del denominado “1×10 del buen gobierno” significa la nueva plataforma de organización político electoral a nivel nacional para la segmentación y movilización de votos chavistas en el 2024.
Si el chavismo gobernara de la misma forma como se organiza para ganar elecciones, Venezuela sería la Dubái de Suramérica.